La Mueblería

muestra en las salas de exhibición de la antigua mueblería. trabajo realizado junto a Daniel Badenes11 de diciembre de 2015

reseña en revista boba por Leila Córdoba y Alejandro Meitin

Esta exposición es hija de la curiosidad que nos mueve.

Arrancó un día caluroso, a principios de año, cuando caminábamos por esa cuadra tan enigmática de la calle 70.

—¿qué había acá?— preguntó dani a dani, que no llegó a responder.

—¡una mueblería, querido! Hay una mueblería acá— dijo una voz que apareció de repente, hija del azar que también hizo parte en esta movida.

Y esa voz nos dejó inquietos.

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Un mueble es algo que se puede mover, a diferencia de un inmueble, que está quieto, estático. Un inquieto es alguien que por naturaleza se mueve, que no resiste la solidez y el silencio de la permanencia.

Un mueblería es un taller donde se hacen muebles.

¿Cómo llamar al taller imaginario donde procesamos nuestras inquietudes?

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dani y dani, inquietos. Empezamos a escuchar otras voces. Voces en este barrio que habitamos hace tiempo, donde nos movemos, donde nos mostramos.

Nos hablaron de C, y de los H de C, y de CHC; de la mano que saludaba o daba la bienvenida; del esplendor de una fábrica descomunal; de un lejano aserradero ubicado a solo 10 cuadras. Nos narraron todas las razones del mundo por la que habían cerrado. Y nos contaron, también, que nunca habían cerrado.

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Osvaldo estaba ahí adentro. Su voz, la primera que escuchamos, sonaba ahora con un tango como cortina musical, en medio del aserrín y la humedad. Osvaldo, obstinado, a veces dolorido, con movimientos lentos y pausados, hacía una mesita para su hija.

Si, querido, pasá.

Sacá, subí, mirá.

¿Estos dibujos son tuyos?

No, los hijos no, se dedicaron a otra cosa.

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Y el taller de cosas que se mueven, o que se pueden mover, no dejaba de inquietarnos, de contradecirnos, de interpelarnos.

De una imagen de decadencia pasábamos a otra de resistencia, la de esa producción obstinada, genuina, ahora casi anónima. Nos preguntamos por los oficios, por la muerte y sobrevida de los oficios. Un día, meses después, conectamos historias: en la familia de dani, y en la de dani también, había una carpintería en el pasado.

Otro día supimos que en todas las historias familiares hay una carpintería.

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Nos seguimos moviendo. Hicimos fotos, preguntas y googleos infructuosos. Un día entramos a otro local de la cuadra enigmática: Jorge puso a andar algunas máquinas y nos dio una clase del oficio. Otro día se enojó porque sus fotos estaban en Facebook y alguien hizo un comentario que no le gustaba. Otro día volvimos a tomar mate, o sencillamente volvimos, porque los danis también resultamos ser persistentes y obstinados.

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La Mueblería es una muestra de inquietudes. Estuvimos meses repreguntándonos qué hacer, qué mostrar, qué buscamos. En el medio pedimos ayuda, pedimos textos, pedimos ficciones como las que acompañan este catálogo como indicio del camino recorrido.

Al cabo decidimos exponer nuestras preguntas. Llevar a otros inquietos e inquietas al lugar que nos atrapó con sus voces y sus silencios, compartirles la atracción y las contradicciones que nos genera; poner un mojón para recuperar una historia, o para olvidarla, o para lo que sea.


A partir de los recuerdos orales de cómo se veía el cartel publicitario de la calle de La Mueblería se invitó a Marcela Cabutti a recrear el cartel en Miniatura